El juego es el « lenguaje » o modo natural de expresión de los niños y los juguetes son sus «palabras». Los niños expresan al jugar su mundo interior, al dejar fluir su imaginación, al pretender o al hacer de cuenta. No juegan sólo para divertirse sino también para manifestar sus experiencias inquietantes y/o perturbadoras. El terapeuta especializado en este tipo de terapia interviene tomando un rol de catalizador, facilitando la exteriorización de sentimientos contradictorios o problemáticos del niño para que él pueda acceptarlos y gestionarlos. El terapeuta entra en la metáfora del juego del niño, la cual contiene la realidad subjetiva del mismo.
La terapeuta tiene una mirada positiva incondicional, acompañada de una profunda empatía hacia el niño. En este marco de aceptación, representación y simbolización las dificultades emocionales, cognitivas y comportamentales se vuelven más tolerables y gestionables facilitando el desarrollo de nuevas herramientas adaptativas. Al desarrollar cognitivamente nuevas representaciones de su realidad y de sus relaciones con los otros, sus comportamientos cambian como consecuencia natural, lo cual le procura un sentimiento de autonomía.